Los habitantes del pueblecito costero de Sain-te-Marie-La-Mauderne, antaño orgullosos pes-cadores, se ven obligados a vivir de subsidios gubernamentales. Pasa el tiempo, siguen co-brando los talones, pero el orgullo desaparece, dejando sitio a la melancolía, la somnolencia y la desesperación. Para colmo de males, el alcalde se muda a la ciudad y Germain (Raymond Bouchard) se queda a cargo del pueblecito. Una empre-sa está dispuesta a instalar una pequeña fábrica en el término mu-nicipal, pero una de las condiciones es que el pueblo tenga médi-co. Los habitantes del pueblo, a los que los sucesivos gobiernos han engañado regularmente, no lo ven posible, pero nace una pe-queña esperanza cuando se enteran de que un joven médico debe-rá pasar un mes en Sainte-Marie-La-Mauderne. Germain, conscien-te de que es la única posibilidad, decide convertir el pueblecito en el lugar ideal para el médico. Así empieza la gran seducción. Sin que el joven médico lo sepa, Germain consigue hacerse con mucha información personal para poder satisfacer el más pequeño detalle del huésped. El pueblo entero se convierte en un pueblo hecho a medida. Desde la ropa que llevan las mujeres, pasando por la comi-da, hasta las enfermedades de los pacientes, todo está diseñado para complacer al médico. A pesar de ser un poco brutos y torpes, incluso los más desengañados se unen a la causa común. Igual que antes cuando salían de pesca, el pueblo entero trabaja en ar-monía y con ganas para seducir al médico y convencerle de que Sainte-Marie-La-Mauderne es el sitio más bello del mundo para es-tablecerse. Intentando seguir las instrucciones de Germain, el pue-blo intenta seguir la delgada línea que separa la seducción de la mentira. Ya muy cerca del objetivo, conscientes de que hace tiem-po que han cruzado la línea y que están en el lado de la mentira y de la invención, Germain y los demás deberán escoger entre la fá-brica y su integridad cara al médico.
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